El entrenamiento tradicional de resistencia tiene efectos beneficiosos a nivel cardio
respiratorio, muscular y metabólico, sin embargo, el tiempo que requiere para que se den las adaptaciones fisiológicas es demasiado para personas que no cuentan con este, siendo uno de los impedimentos más frecuentes para la realización de ejercicio regular.
Una alternativa eficaz para producir adaptaciones fisiológicas parecidas o incluso superiores es el entrenamiento intervalado de alta intensidad y de bajo volumen (HIT) que se caracteriza por la alternancia de periodos de intensidad muy alta con periodos de intensidad baja en los que no se permite una recuperación total (Vrijens. 2006).
El entrenamiento intervalado quedó por primera vez ejemplificado por Zapotek que corría fracciones de 200 a 400 m. a un ritmo alto (400 m. en 66 a 86 segundos) interrumpidas por periodos de recuperación de 45 a 60 segundos de una velocidad baja. Y en los años cincuenta Gerschler codifica este método de entrenamiento que se convertirá en en famoso HIT. Los periodos de esfuerzo tenían una duración de 15 a 20 segundos e iban seguidos de fases de recuperación de 30 a 60 segundos. Según el nivel de entrenamiento, este esquema se repetía de 10 a 15 veces por sesión. (Vrijens, 2006).
El modelo más frecuente empleado en los estudios de HIT de bajo volumen ha sido el test de Wingate, el cual consiste de un test de ciclismo máximo de 30 segundos contra una carga de trabajo supramáxima. De manera característica, los sujetos realizan de cuatro a seis series de trabajo con 4 minutos de recuperación, durante un total de 2 - 3 minutos de ejercicio de alta intensidad, en una sesión de entrenamiento de 20 minutos de duración. (Martin J.Gibala).
El entrenamiento intervalado ejerce una influencia positiva en los músculos ya que al realizar esfuerzos de alta intensidad favorece el desarrollo y capilarización de este. Durante la alternancia de esfuerzos intensos cortos seguidos de pausas aparecen diferentes reacciones fisiológicas como: el pulso de oxígeno alcanza sus valores más altos en la fase de recuperación, tras el esfuerzo, la tensión sistólica y diastólica disminuye y la diferencial arterial aumenta. El resultado de este fenómeno es el aumento del volumén sistólico; el trabajo de resistencia del corazón durante el esfuerzo se transoformará en trabajo de volumen. Dicho volumen sistólico alto influye favorablemente en el desarrollo del corazón (Poulus, 1973).
Una explicación de estos fenómenos sería:
- Ante esfuerzos intensos de corta duración, el corazón realiza un trabajo de resistencia; los capilares y los vasos sanguíneos del músculo se contraen (vasoconstricción), de modo que el corazón debe hacer un esfuerzo para vencer esa resistencia periférica. El trabajo muscular desarrolla la pared cardiaca.
- En las fases cortas de recuperación, la contracción del músculo se interrumpe y la sangre puede circular de nuevo con más facilidad. Por tanto, durante este periodo, el volumen sistólico es más elevado. Este trabajo de volumen de la sangre es un estímulo para el desarrollo de las cavidades cardíacas.
- Tras una fase corta de recuperación, el metabolismo del músculo está más apto para un nuevo esfuerzo (efecto del aumento de la circulación sanguínea). Por eso, el gasto energético es menos anaeróbico. La duración de la fase de recuperación no se puede prolongar excesivamente con el fin de no llegar al estado de reposo inicial que desencadenará de nuevo os diferentes mecanismos de movilización inicial de la energía.
Por último, sus beneficios se dan en diferentes poblaciones incluso en aquellas que padecen enfermedades de las arterias coronarias, deficiencia cardíaca congestiva, adultos mayores con síndrome metabólico y obesidad. Siendo todavía muy pocos las investigaciones sobre el tema.
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